18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 

1 tesalonicenses 5:18 

Tener gratitud en medio de las dificultades no es algo lógico de pensar. Lo más común sería sentir enojo, tristeza, depresión, frustración, etc. Sin embargo Dios le da este mandato a los creyentes de dar gracias a Dios en todo, en cualquier situación que enfrenten. La base de esta recomendación es el hecho de que Dios hace que todas las cosas ayuden a bien a los que le aman (Ro. 8:28). Esto es una gran oportunidad para establecer principios que nos serán de ayuda para entender y vivir como Dios lo desea. En esta reflexión analizaremos lo que Dios dice sobre la gratitud y la voluntad de Dios dada en este pequeño, pero profundo pasaje de 1 de tesalonicenses 5:18

 

La intercesión y la acción de gracias suelen ir juntas siempre en el pensamiento del apóstol Pablo. No nos sorprende, pues, que proceda ahora de la una a la otra: dad gracias en todo.

 

Con la gratitud ocurre lo mismo que con el gozo: podemos abocarnos de tal manera a causa de los problemas inmediatos que perdamos nuestra visión de larga distancia; o nos fijamos tanto en el medio que perdemos de vista el fin. 

 

Como ya hemos visto, absolutamente todas nuestras circunstancias, en la buena providencia de Dios, contribuyen para nuestro bien (Romanos 8:28) y aun las horas más negras de nuestra vida persiguen una finalidad positiva de santificación, maduración espiritual y transformación a la imagen de Cristo (ver Romanos 5:3–5; Hebreos 12:11). Es por esto que no hay razón por la que no podamos dar gracias en todo.

 

Es verdad que podrías estar padeciendo por causa de Cristo, por causa de hacer lo correcto y nuestro Señor señaló en su sermón del monte:

11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. Mt. 5:11-12

Puedes agradecer porque Dios te ha tenido por digno de padecer por él y de atesorar un gran galardón en los cielos por siempre.

También podrías estar experimentando la justicia de Dios por tu pecado personal y aún puedes dar gracias ya que Hebreos 12:6-8,11 señala que Dios disciplina a sus hijos por amor, eso refleja que le importamos y aspiramos a un efecto santificador.

6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.  Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. 11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

Hebreos 12:6-8,11 

El creyente siempre tiene razones para agradecer, La ingratitud es una de las marcas del mundo (Romanos 1:21). En cambio, el creyente, limpiado por Cristo como los diez leprosos en Lucas 17:11–19, debería manifestar su alegría y devoción por Él. Desgraciadamente, a veces parece que el pueblo de Dios sigue más el ejemplo de los nueve leprosos que se fueron, que el de aquel leproso se acercó a agradecérselo.

 

Necesitamos el espíritu del salmista:

 

Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios Salmo 103:1–2.

 

Nuestra porción termina en el verso 18 con la frase: porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús— y con ella no solo conecta la última virtud, sino que las últimas tres de estos pasajes: el gozo, la oración y la gratitud. 

La voluntad de Dios para sus hijos es que continuamente, en todo tiempo y en toda circunstancia, experimenten el gozo, practiquen la oración y expresen gratitud. Las tres frases no corresponden a tres actitudes alternativas, sino a tres facetas que deben caracterizar a cada cristiano.

 

Por supuesto, estas tres cosas no constituyen la totalidad de la voluntad de Dios para el hombre, ni siquiera la parte más importante, sino que forman una parte intrínseca de su voluntad total. Hay otras muchas virtudes que debemos mostrar como creyentes: la santificación (4:3, 7), la devoción al Señor, el amor al prójimo, el testimonio ante los incrédulos … Pero estas tres también son «voluntad de Dios». En el texto griego, voluntad no lleva artículo, indicando esto mismo: que se trata sólo de una parte de la voluntad de Dios, pero de una parte ineludible.

 

La adición de la frase en Cristo Jesús es un rasgo típicamente paulino y se presta a varios matices de interpretación. Puede referirse a la revelación de la voluntad divina (… la voluntad de Dios tal y como se nos ha dado a conocer en Cristo Jesús), o a los que hemos recibido este conocimiento (… la voluntad de Dios para los que están en Cristo Jesús; desde luego, los que no están en Cristo no conocen de manera permanente el gozo, la oración y la gratitud), o a la manera en la que tenemos que cumplir esa voluntad (sólo en Cristo recibimos el poder y el entendimiento para ponerla por obra). 

 

Todas estas cosas son ciertas y lo mejor es dar espacio a todas ellas. Puesto que en Cristo hemos recibido la revelación de cuál es la voluntad de Dios, debemos vivir no como necios, sino como entendidos (Efesios 5:17). Puesto que estamos en Cristo, no debe sorprendernos que Dios nos pida una vida radicalmente diferente de la del mundo: gozosa, intercesora y agradecida, en vez de quejumbrosa, egoísta e ingrata. Y, puesto que en Cristo recibimos las fuerzas necesarias para vivir conforme a la voluntad de Dios, no tenemos excusa si el gozo, la oración y la gratitud no son marcas características de nuestra vida.