ES IMPORTANTE CREER QUE DIOS SE HIZO HOMBRE

¿ES IMPORTANTE CREER QUE DIOS SE HIZO HOMBRE?

La respuesta es: ¡Absolutamente SI!

Personalmente, siempre estoy luchando con las imágenes que popularmente se despliegan de Jesús, hay aquellos que lo mantienen permanentemente como el niño de Belén y la única impresión que tienen de Él, se reduce a la de un bebe indefenso que es recordado una vez al año con profunda compasión.

Por otro lado, están aquellos que sólo hablan de su muerte como un mártir, la idea completa es la de un activista religioso incomprendido que no logró su propósito, por lo tanto, es digno de nuestra compasión. Obviamente niegan la resurrección y su triunfo final.

Cualquiera de las tres percepciones descritas es riesgosa, pero ninguna tiene mayor énfasis escritural como la tercera, la negación de la humanidad de Cristo fue una herejía terriblemente destructora que afectó a muchos.

No por casualidad 1ª de Juan señala en el capítulo 4:2,3:

1 Juan 4:2-3  (RVR1960)

2   En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios;

3   y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.

El negar la encarnación es una evidencia de mi incredulidad y lejanía de Dios.

La segunda epístola de Juan, capitulo 1 versos 7 al 10 ahonda nuestro sentido de comprensión en cuanto a la negación de la encarnación del Señor:

2 Juan 7-10 (RVR1960)

7   Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo.

8   Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo.

9   Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.

10   Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: !!Bienvenido!

No debemos asociarnos ni mucho menos con aquellos que transgredan esta verdad fundamental de las Escrituras.

Cuando notamos la enseñanza bíblica, es evidente que se nos muestra a nuestro Señor como un hombre, Filipenses 2 nos señala que tomo forma de siervo, y la argumentación escritural es clara al respecto…

  • Cristo tuvo un nacimiento humano.  Nació de una mujer, de la vírgen María, según el registro de los Evangelios y de Gálatas 4: 4.
  • Cristo recibió títulos humanos.  Fue llamado el Hijo de David ( 1:1Mat. 12:23Mat. 15:22).  Para ser un verdadero hijo de David, Él debía tener la semilla de David, y por tanto ser un ser humano.  Fue llamado también Hijo de Abraham (Mat. 1:1).   Fue descendiente de Adán (Lucas 3:23‐38).  Estas son evidencias que enfatizan en aspecto humano de la naturaleza de Cristo.   Su humanidad cumple una promesa hecha a Eva (Gén. 3:15Isa. 7:14).  Él fue llamado carpintero (Marcos. 6:3).  Junto con su nacimiento humano, también lo vemos involucrado en ocupaciones físicas.  ¿Si Cristo hubiera sido solamente Dios, para qué tendría que haber pasado por el proceso de nacimiento, crecimiento, aprendizaje y todas las demás cosas de la vida humana?   Pablo llamó a Jesús un hombre (1 Tim. 2: 5), a la vez que en numerosos pasajes lo reconoce también como Dios.  Cristo tenía carne y sangre (Heb. 2: 14).
  • Cristo tuvo un desarrollo humano normal. Lucas 2: 40, 52: “Y Jesús crecía en sabiduría y estatura. y en gracia delante de Dios y los hombres.”  Probablemente Cristo fue educado en la sinagoga (4:16Jn. 7:15). El visitó el templo (Lucas 2: 41,46,47).
  • Cristo tuvo todos los elementos esenciales de la naturaleza humana. Tuvo un cuerpo humano ( 10:5). Heb. 10:10nos dice que nosotros somos santificados por la ofrenda de su cuerpo: “Por cual somos santificados a través de la ofrenda del cuerpo de Cristo de una vez y para siempre” Mat. 26:12 nos dice que el cuerpo de Jesús fue ungido.  Juan 2: 21 dice, “Pero Él hablaba del templo de su cuerpo.” Heb. 2:14 menciona que Él tenía carne y sangre. Él tenía un cuerpo humano después de la resurrección (Lucas 24:39).  Él tenía un alma (Mateo 26:38).  Él tenía un espíritu (Marcos 2:8). Jesús se cansaba (Jn. 4:6). Tuvo hambre (Mat. 4:221:18). Tuvo sed (Jn. 19:28). Tuvo sueño (Mat. 8:24). Fue tentado (Heb. 2:184:15).

Dicho lo anterior, la pregunta que podrías hacerte es ¿Qué importancia tiene que Jesús haya sido hombre? ¿Qué tiene que ver eso conmigo? Y Hebreos 2:14 al 18 nos ayudan a responder aquello.

Hebreos 2:14-18 (RVR1960)

14   Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,

15   y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

16   Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.

17   Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.

18   Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.

  1. Podemos ser efectivamente vivificados (v.v 14-16).

14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, 15 y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

La encarnación de Cristo es vital porque genera en Él la identificación necesaria para la redención. El pago del pecado del hombre, participante de carne y sangre, debía llevarse a cabo por un hombre, participante de carne y sangre. La palabra participó μετέσχε es Actuar en un suceso, un acto o una actividad con el mismo nivel de implicación. Jesús adoptó la naturaleza divina para participar de la vivificación de los creyentes.

De esta forma, puede hacerse solidario de nosotros (hecho hombre, para expiar por los hombres) y morir (en sacrificio de expiación, como nuestro sustituto).

Hebreos 10 nos muestra como los sacrificios del Antiguo Pacto no eran capaces de quitar el pecado del hombre, los animales no eran suficientes… porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. Por lo cual, entrando en el mundo dice:
Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo…
10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. 11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; 12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios. Hebreos 10:4,5; 10-12 

Obviamente un ser angelical tampoco habría sido suficiente porque no comparte carne y sangre, pero Cristo si podía. Cristo sí pudo.

Ahora, entendiendo que Cristo nos ha dado nueva vida en su muerte, vemos dos implicaciones maravillosas en el texto al respecto…

  • La liberación del poder de Satanás en nuestra vida.

Cristo destruyó el poder de Satanás sobre el pecado y la muerte, la palabra destruir es katagazomai y significa convertir en nada, dejar inoperante. Satanás no ha sido destruido totalmente aún, pero para el creyente sí ha sido en cierta manera desarmado. Para poder anular el poder de la muerte el Señor tuvo que morir. Solo podíamos ser liberados del dominio de Satanás por la muerte de Cristo, muerte que en realidad nos correspondía a nosotros (Jn. 12:31). El Cristo resucitado ahora tiene las llaves de la muerte y del Hades (Ap. 1:18), o sea que tiene completa autoridad sobre ellos.

El, que había sido asesino desde el principio (Jn. 8:44) deseaba la muerte del hombre en el sentido más pleno de la palabra: muerte física y muerte espiritual (separación de Dios) pero no le fue permitido.

La Palabra del Señor señala en Colosenses 1:12-14

12 con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;
13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,
14 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

Una segunda implicación de la muerte del Cristo encarnado es.

  • Librándonos del temor de la muerte.

El temor a la muerte puede ser un instrumento tirano de coacción, el temor a morir muchas veces paraliza y afecta el cumplimiento correcto de las expectativas divinas. Por la gracia de Dios, en su muerte y resurrección, Jesús venció la muerte y con ello nos da expectativas eternas y un valor fabuloso para vivir en obediencia y sin temor.

Antes de su muerte, el Señor Jesucristo le prometió a sus discípulos:  Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. Juan 14:19

Para los creyentes la muerte física no significa juicio, sino bendición; no esclavitud, sino liberación final. Es maravilloso saber que el amor de Dios trasciende eternamente a sus hijos.

Cuando el creyente piensa en la muerte no tiene que pensar de ella con temor, Dios nos ha liberado de ello (1 Co. 15:55–57). La sombre de la muerte se ha disipado por el advenimiento de la Luz de la Vida.

  1. Podemos ser efectivamente socorridos.

16 Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.
17 Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.
18 Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.Hebreos 2:14-18

La encarnación de nuestro Señor no solo nos vivifica dándonos esperanza por medio de la liberación del efecto satánico sobre la muerte y el temor de esta misma. Su encarnación y su obra realizada también nos ayuda en cuanto a la empatía en nuestras luchas y su socorro en nuestras debilidades.

A.- El Enfoque de su socorro.

16 Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.

No es el linaje angelical el que Cristo socorre, es francamente el linaje humano. Nuestro Señor tomó forma de los descendientes de Abraham y se hizo judío y en esa condición manifiesta su enfoque y prioridad. Los ángeles que sirven a Dios no son los objetos de la gracia de Dios (v. 16), y menos aún los ángeles caídos que están reservados para un terrible castigo (Jud. 6; 2 P. 2:4). La gracia de Dios está destinada a los suyos.

No es un punto en el que muchas veces reflexionemos. Sabemos que Dios nos ha elegido y nos gozamos de obtener su preferencia divina por el puro afecto de su voluntad, pero…  no pensamos mayormente que el enfoque de su socorro apunta al ser humano. Dios podría haberlo determinado para los seres celestiales o aún animales pero su muerte y vida fueron determinadas para el hombre.

Jesús se hizo hombre no tan solo para salvar a los hombres, sino que también para ayudar a los hombres.

B.- La Empatía en su socorro.

17 Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.
18 Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.

La ayuda efectiva que Jesús podría otorgar al pecador implicaba una identificación con la humanidad en todas las cosas menos en el pecado. Nuestro Señor fue libre de pecado siendo como sus hermanos.

Personalmente uno de los momentos más difíciles que me participar es la asistencia en funerales. La razón no es precisamente la compañía y el consuelo, pienso que mayormente mi complicación es la lucha con las frases que uno tiene memorizadas pero que no necesariamente expresan la realidad.

En Chile solemos decir “ayudándote a sentir” o “empatizo con tu dolor” pero… no siempre eso es cierto, no siempre siento lo que el otro está necesariamente sintiendo.

Nuestro Señor pasó por la prueba más amarga del abandono humano, siendo humano, las tentaciones más complejas, pero sin pecado, la angustia más profunda, pero sin maldad.

Él sí sabe cómo me siento, él sí sabe cuán difícil es resistir y como sobreponerse. Jesús es un socorro perfecto.

Al haber pasado por tentaciones y padecimientos de los más acerbos, Jesús puede ayudar a todos los que son tentados, están atribulados y sufren padecimientos, pues es un experto en la materia y sabe cómo consolar, animar y ayudar a cada uno en sus respectivas circunstancias, las cuales varían considerablemente en cada caso.

Hebreos 4:15 señala: Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.

Dios no es un sumo sacerdote que intercede en una lucha nuestra sin conocimiento de lo que significa, Él es el perfecto intercesor empático de las situaciones del hombre. Hebreos no señala además que es misericordioso y fiel por lo tanto es altamente efectivo en nuestro auxilio y perdón.

La palabra “socorrer” (v. 16 y aquí), significa en el griego “correr en auxilio de alguien.” ¡Cuánto nos anima pensar que tenemos a Alguien así para socorrernos!

Nuestro Señor fue 100 % hombre y esa condición se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz, Jesucristo fue el cordero sin mancha y sin contaminación que se entregó por nosotros, venció el poder de Satanás, y nos quitó el temor de la muerte.

Nuestro Señor nos da confianza y nos permite saber que podemos encontrar en Él el pronto auxilio en nuestras tribulaciones.

Lo mejor que podríamos hacer, siendo conscientes de esa hermosa realidad es adorarle y tal como dice su Palabra…

Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Hebreos 4:16

*Extracto del Sermón “Las Bendiciones de la Encarnación Divina” predicado por el Pastor Christian Aracena el 20 de Marzo del 2016