LA OMNIPOTENCIA DEL EVANGELIO Parte I

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.
Romanos 1:16

Las doctrinas cristianas son de suma importancia para el creyente. Tener un cuerpo de doctrinas sólido es fundamental para un seguidor de Cristo, ya que ellas conducirán de una u otra manera su vida. No tener solidez doctrinal, o el cimentar nuestras vidas con doctrinas que tenemos medianamente claras, trae efectos completamente difusos. Ahora, si bien todas las doctrinas cristianas son importantes, hay una que brilla y resplandece más que todas las demás, esta es, “El Evangelio”. Hay varias formas en que se define al Evangelio, entendemos que es una “buena nueva”, que es “el mensaje de Dios para salvación”, y más específicamente que “es la buena noticia de que hay perdón de pecados a través del sacrificio de Cristo”. Pero hoy quisiera detenerme en una definición particular que las escrituras sostienen, y es que el evangelio “…es poder de Dios…” (Rom 1:16b).

Esta es la definición que el mismo apóstol Pablo da al evangelio; ninguna otra doctrina es definida dentro de las escrituras como el “poder de Dios”, solamente el Evangelio. Además, es la única doctrina capaz de salvar, santificar y glorificar a una persona, algo que ninguna otra doctrina bíblica puede hacer.

Durante los próximos tres post, quisiera abordar está bella y elemental doctrina del evangelio, reflexionando en primer lugar sobre su omnipotencia en la salvación, en segundo lugar sobre su omnipotencia en la santificación, y en tercer sobre su omnipotencia en la glorificación. Estoy seguro que reflexionar sobre esto traerá luz y bendición sobre nuestras vidas, si nos disponemos a escuchar lo que Dios nos enseña en su Palabra.