¿Es la experiencia una prueba válida de la verdad?
Los carismáticos se equivocan porque tienden a edificar sus enseñanzas sobre la experiencia, en vez de entender que la experiencia auténtica ocurre en respuesta a la verdad. Demasiadas experiencias carismáticas son completamente apartadas del plan revelado de Dios y de la operación de Dios indicada en la Escritura, y en algunos casos contrarias a ellos. Cuando las experiencias se convierten en la base para las creencias de uno, casi no hay límite para las clases de enseñanzas falsas que pueden surgir.
Vemos esto en muchos libros y en programas de televisión carismáticos. Visiones, sueños, profecías, “palabras de conocimiento”, mensajes privados de Dios y otras experiencias personales determinan lo que se enseña. Las Escrituras, cuando se llegan a usar, son empleadas típicamente como textos de prueba ó torcidas para ajustarse a una opinión novedosa. A menudo los pasajes de la Escritura son tan maltratados que se les hace decir lo que es la antítesis de lo que realmente enseñan. Kenneth Copeland, por ejemplo, alega que recibe muchas de sus interpretaciones novedosas por revelación directa. Enseñando sobre el relato del joven rico en Marcos 10. Copeland claramente estaba buscando apoyo para su propio concepto de que Dios quiere para su gente riqueza material. Las palabras de Jesús en el versículo 21 parecen bastante claras: “Una cosa te falta: Anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo, Y ven, sigúeme,” Copeland, sin embargo, alega que Dios le reveló que este versículo en realidad promete dividendos monetarios terrenales. Copeland dice: “Este fue el trato financiero más grande que al joven le hubieran ofrecido, pero se apartó de él porque no conocía el sistema de finanzas de Dios.” Algunas veces un profeta de estilo propio desarrolla un juego completo de nuevas enseñanzas basadas todas en la experiencia, o en el puro capricho. El doctor Percy Collett, por ejemplo, un misionero médico carisrnático creó una extensa serie de mensajes detallados sobre el cielo, todos derivados de su experiencia personal extraordinaria. Collett dice que en 1982 él fue llevado al cielo por cinco dias y medio. El dice que vio a Jesús, que está supervisando la construcción de las mansiones allí, y dice que pudo hablar cara a cara con el Espíritu Santo.
¿Confiaba Pablo en la experiencia?
¿Qué del apóstol Pablo? Como Pedro, él era un hombre muy dotado. Y ciertamente tuvo experiencias asombrosas, tales como su súbita conversión en el camino a Damasco. El vio una luz tan brillante que lo cegó. Escuchó una voz. Fue derribado a tierra. Instantáneamente fue cambiado de un perseguidor de cristianos a un esclavo del Señor Jesucristo (Hech. 9).
Pero cuando Pablo empezó a predicar y enseñar, ¿hizo de su experiencia el corazón de su mensaje? Hechos 17:2, 3 claramente declara que la apelación de Pablo era a las Escrituras: “Y de acuerdo con su costumbre, Pablo entró a reunirse con ellos, y por tres sábados discutió con ellos basándose en las Escrituras, explicando y demostrando que era necesario que el Cristo padeciese y resucitase de entre los muertos. El decía: “Este Jesús, a quien yo os anuncio, es el Cristo'” (énfasis añadido). Aun después de que Dios llevó a Pablo al tercer cielo (2 Cor. 12:1-4), a él no se le permitió decir las cosas que había visto. Obviamente Dios no creía que esa experiencia hiciera más impresión o diera más credibilidad al mensaje del evangelio que predicar sencillamente su verdad. Eso contrasta claramente con el enfoque contemporáneo del movimiento de señales y prodigios (ver. el capítulo 6). Ya al mero final de su vida Pablo seguía razonando sobre la base de la Palabra de Dios. Mientras estaba prisionero en Roma, “en gran número vinieron a él a donde se alojaba. Desde la mañana hasta el atardecer, les exponía y les daba testimonio del reino de Dios, persuadiéndoles acerca de Jesús, partiendo de la Ley de Moisés y de los Profetas” (Hech. 28:23), Lamentablemente muchos carismátícos no siguen las pisadas de Pablo. En vez de eso, usan un camino muy transitado por teólogos liberales y neoortodoxos, por existencialistas, por humanistas y por paganos. No cabe duda de que la mayoría de los carismáticos lo hacen sin saber. Ellos dirían: “Creemos la Biblia. No queremos contradecir las Escrituras; queremos defender la Palabra de Dios.” Pero los carismáticos son atrapados en una terrible tensión al tratar de asirse de la Biblia mientras que al mismo tiempo hacen de la experiencia su verdadera autoridad.
Extracto del capítulo 1 ¿Es la experiencia una prueba válida de la verdad?