¿ALGÚN GOBIERNO O SISTEMA DE GOBIERNO HUMANO PODRÁ ERRADICAR LA POBREZA?
La Palabra de Dios es la Verdad, y por tanto es la norma objetiva que nos permite establecer y evaluar cada aspecto de la vida, y esto no es distinto en la política. Son conocidas las campañas electorales y los movimientos políticos por presentar “promesas” de campaña con las que pretenden obtener los votos de la ciudadanía. Es evidente que muchos ofrecimientos son muy tentadores, pero como creyentes debemos filtrar por medio de la Palabra de Verdad aquellos planteamientos, y evaluar si son consecuentes con la enseñanza bíblica, y realizables a los ojos de Dios.
Una de las promesas recurrentes de campaña es la “erradicación de la pobreza”. ¿La ha oído? Veamos qué dice la Escritura sobre una promesa así.
En Mateo 26, nuestro Señor Jesucristo exhorta a sus discípulos debido a su enojo en contra de una mujer que decidió derramar un perfume de gran precio sobre Él, en vez de darlo a los pobres, como ellos argumentaban. El Señor les exhortó con las siguientes palabras:
Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. Mateo 26:11
Jesús hizo eco de las palabras del Antiguo Testamento al decirles a sus discípulos que siempre habría tiempo para ayudar a los pobres, porque siempre existirían. Deuteronomio 15 señala:
Porque nunca faltarán pobres en tu tierra; por eso te ordeno: “Con liberalidad abrirás tu mano a tu hermano, al necesitado y al pobre en tu tierra”. Deuteronomio 15:11 NBLA
La realidad de la pobreza es permanente según la Escritura, puede disminuirla, puede aumentarla, pero no puede acabarla, pues iría en contra de lo que Dios estableció. Por lo tanto, cada promesa de eliminación de la pobreza no puede ser creída por nosotros, si creemos que la Biblia es la Verdad.
Ahora bien, si afirmamos la Bondad de Dios podemos entonces preguntarnos cómo su Bondad se manifiesta en la permanencia de la pobreza. Veamos al menos dos buenas razones de por qué Dios la permite.
Primero: La pobreza otorga a aquellas personas que en algún momento tienen más (lo cual puede cambiar de un día a otro 1 Sam. 2:7-8) la oportunidad de mostrar amor práctico por aquellos que tienen menos. Eso lo vemos en los pasajes ya expuestos (Deuteronomio 15 y Mateo 26).
Entonces, una sociedad más justa bíblicamente hablando, no sería aquella en la que no hubiera pobreza ni riqueza, sino aquella en donde las personas que tienen más, estén dispuestos a ayudar voluntariamente a las que tienen menos (2 Cor. 8:12-15).
Segundo: La existencia de la pobreza (y de cualquier mal o situación que genere molestia, dolor o incomodidad en nosotros en general) nos impulsa a anhelar una patria mejor, la celestial, una que no se ciñe a las pautas humanas, sino a la gloria divina. Solo el reino de Cristo será diferente, y la promesa dada allí es la única verdadera.
Por tanto, respondiendo a la pregunta inicial, no, ningún gobierno humano, ni ningún sistema humano, ni promesa de campaña alguna podrá erradicar la pobreza porque Dios ha establecido que durante este tiempo al menos, ella exista con el propósito de enseñarnos misericordia y justicia, y de alentarnos a añorar la Patria Celestial en donde Él erradicará para siempre todo dolor y desdicha humanas.